Monday, April 09, 2007

Mi huertecito


Hace ya muchos años que observo a mi librero cultivar el huerto. Año tras año veo como cava la tierra, la abona, planta los tomatales, los riega, los sulfata, los limpia de malas hierbas, recoge los tomates y los cuelga como si fuesen pendientes. Tomates de colgar, se llaman; sirven para hacer el pan con tomate. Todo eso año tras año por una mísera cosecha que, si graniza, se queda en nada. Todo eso pudiendo comprar los tomates "listos para comprar" en el mercado. Que no son lo mismo, claro. Jamás había comprendido la afición por el trabajo silencioso que sólo da un fruto mísero. Hasta ahora. Ahora tengo mi blog, y a cada nuevo mensaje es como un nuevo tomate que cuelgo como si fuera un pendiente. También cavo las palabras y las abono, y estoy pendiente de si el hombre del tiempo ha anunciado lluvia. Y me doy cuenta que yo también he caído. Ahora yo también tengo mi huertecito y lo trabajo por un fruto mísero, que, si nadie lee, se queda en nada.

2 comments:

Laura Cambra said...

Querida Clara:
Esta bella cosecha que alimentas con pasión no tiene sino frutos valiosos: el placer que te causa el cultivo, la selección de la semilla, la preparación de la tierra. Esa leve ansiedad que te provoca el saber que serás leída. El infinito amor con que eliges cada palabra y cada silencio.
Tal como tu librero, sabes que no es lo mismo comprar lo que viene "listo para comprar".
Tal como tu librero, te has convertido, por elección propia, en la esclava de ese huerto que te alimenta. Que me alimenta.
Y ese gesto de grandeza que es compartir tus textos con otros anónimos agricultores de la palabra hace que valga la pena el esfuerzo y el riesgo de que la lluvia de la indiferencia se lo lleve todo.

Anonymous said...

Caray Laura, qué palabras tan bonitas. Muchas gracias!

Clara