Wednesday, January 24, 2007

Caballero con alcuza


El Quijote. Cervantes. Capítulo XVII. De este capítulo me llama la atención la palabra "alcuza", el recipiente en el que introducen el bálsamo, palabra de la que tuve noticia por primera vez leyendo el impresionante poema Mujer con alcuza, incluido en Hijos de la ira, de Dámaso Alonso. No la había vuelto a leer en ninguna otra parte, y juraría que debe ser una palabra pasada de moda, que quizá ya estaba pasada de moda cuando Alonso la usaba, allá por la posguerra, pero no puedo estar segura. Vete a saber, quizá en algún lugar de Castilla todavía la usan.
Una "alcuza" es una aceitera.

En este capítulo vemos un ejemplo del efecto placebo, ya que El Quijote toma el bálsamo y queda como nuevo, en cambio Sancho también lo toma y se queda igual. El efecto placebo se da cuando un medicamento inocuo hace efecto sólo porque se cree en él. Cervantes quizá no sabia que se llamaba efecto placebo, pero conocía su existencia. Es un escritor que tiene esa sabiduría sobre las personas de la que hablaba un día.

Por cierto: por más que me de pena que El Quijote y Sancho reciban tantas palizas, ya lo dije una día: ¡es que se las buscan! ¿Qué es eso de insultar a la gente? ¿Qué es eso de marcharse sin pagar? ¿En qué mundo viven esos dos? La contraposición de la realidad con el libro de caballerías en el que vive El Quijote (y por extensión también Sancho) es lo que provoca tan nefastos resultados; parece que eso debería curarlo, espabilarlo, que debería aprender... ¡Pero no hay manera!

"se salió della [Sancho], muy contento de no haber pagado nada y de haber salido con su intención, aunque había sido a costa de sus acostumbrados fiadores, que eran sus espaldas."


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