Saturday, July 29, 2006

Gina promete


La Cartuja de Parma. Finalmente el amor de Fabricio y Clelia se ha consumado. Claro que Clelia pensaba que Fabricio se estaba muriendo. Pero bien, es un detalle. Para salvar a Fabricio, la duquesa ha hecho unas promesas al Príncipe de Parma. Fabricio se ha salvado. Gina tiembla sólo de pensar que tendrá que cumplirlas. El comportamiento de Gina, ¿tiene justificación? ¿Puede actuar de otra manera? Stendhal la coloca en una tesitura en la que no tiene más remedio que jurar. Pero no por ello deja de aprovecharse de las ventajas de su situación: como por ejemplo quedándose el cuadro. No juzgaré a Gina, se ve obligada a jurar. Cumplir, pero, ya será otra cosa. Pero no es inocente del todo: se hace prometer cargos para Fabricio; no es sólo cosa de evitar el veneno. Gina ha hecho muchas cosas por Fabricio: ha hecho matar a un príncipe, ha hecho perder la cabeza a otro. Pero, ¿lo hace por Fabricio realmente? ¿O lo hace por si misma? Y teniendo en cuenta que Fabricio no la ama y a que además, jamás le agradecerá lo que ha hecho por él. Es curioso esto del amor. Podríamos decir que Fabricio es un mantenido de Gina, y en cambio Stendhal no nos lo hace sentir así. Parece que él sea moral, y Gina, la inmoral. Pero él lo acepta todo sin preguntarse de donde viene las cosas ni quien paga el precio que tienen. El cargo de coadjutor "con futura sucesión" le aparta de casarse con Clelia, y él lo acepta sin inmutarse. Y Clelia, mucho decir que Fabricio es su marido, pero está a punto de casarse con el hombre más rico de la corte. De todos modos, estas cosas son las que realmente hacen deliciosa esta novela. Porqué la gente, en la realidad, también somos así. Una vez dije que cuanto más mimado y más débil era Henry Crawford en Mansfield Park, más me gustaba. Hubo quien me lo reprochó. ¡Cómo si las personas en la realidad fuésemos modelos de excelencia moral! Cuando decía que cuando más mimado y más débil más me gustaba quería decir que como personaje, con todos estos defectos, está mucho más conseguido. (En la realidad sería otra cosa) Lo mismo pasa con los personajes de La Cartuja. Tiene muchos defectos, pero no estamos aquí para juzgarlos moralmente, sino para disfrutar de sus aventuras y desventuras y quizás para verlos hacer lo que nosotros no nos atrevemos a hacer; para disfrutar de todos estos defectos humanos, reales y deliciosos.

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