Wednesday, July 05, 2006

21 gramos


Norte y Sur. Con la excusa de hacer una buena obra (cosa que ni tan solo la mirada arrogante de Margaret puede impedirle), el señor Thornton lleva fruta a la Sra. Hale. A si mismo puede engañarse, pero a nosotros no nos engaña: la fruta es una excusa para estar cerca de Margaret. Y está muy bien.
Muere Betsy Higgins. Margaret no llora. No quiero decir nada con eso; llorar o no llorar es una asunto muy personal. Va ver el cadáver, y cree que Betsy ha encontrado la paz, la ve sonreír plácidamente. Bien, yo una vez vi a una persona muerta y no hace este efecto, precisamente. Me hizo el efecto de una gran tristeza. Ya no era la persona que había conocido, era una cosa. El espíritu había huido. El alma, aquello intangible que pesa 21 gramos, estaba ausente. Quiero decir que fue horrible. Quizá si hubiese sonreído como dice que hace Betsy hubiera sido diferente, pero no era el caso. Y me niego a creer que la sonrisa en un cadáver cambie alguna cosa. ¿O sí? Si alguien muere, muere, y es horrible, no puede pretenderse que la muerte es como estar dormido, como pretende la autora. De verdad que sentía mucha curiosidad por saber como resolvería Elisabeth Gaskell este trozo, y veo que no sale del tópico.
Después, y hablando de tópicos, conversación entre el Sr. Higgins y el Sr. Hale. Y Margaret. El patrón de Higgins le dijo (en malas palabras) que leyese un libro donde explicaba porque los sueldos no podían subir a gusto de los trabajadores. Higgins no entendió nada del libro. Una vez más, la idea de porqué unos son amos y los otros trabajadores. Al acabar de hablar, los tres rezan juntos.

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