Wednesday, March 22, 2006

La verdad que buscaba


Siempre he pensado que si me encontrase en una situación límite, querría leerte en voz alta. No tengo mucha experiencia leyendo poemas. Muchas lagunas. Pero he descubierto un poeta que apenas rima. Una traducción. Y suenan las palabras, llenan los espacios. Un libro para leer a alguien que te importa. Y que te escuche como me escuchas tú. Leer para alguien, ¿es pecado? Tiene que serlo cuando quieres sustituir la plegaria. Tiene que serlo cuando sólo es una persona quien lo ha escrito.
Ha pasado mucho tiempo desde que fuimos conscientes por primera vez del poder de un poema. Fueron Los mares del sur, de Cesare Pavese. Durante este tiempo he olvidado la poesía. Como si el alimento espiritual pudiese ser olvidado. Hasta ahora no había vuelto a sentir el hambre. Yo también estoy aquí sentada esperando que la burbuja explote. Pero te diré un secreto: los libros te esperan. Esperan que sean lo suficientemente mayor, lo suficientemente maduro, lo suficientemente libre, lo suficientemente loco, lo suficientemente querido. Te esperan para que los leas cuando llega el momento de explotar. Y también cuando es el momento de recoger-te en lo más íntimo.
Son poemas. Sólo palabras. No cambiaran el mundo. Pero si me encontrase en una situación límite, pocas cosas me quedarían más allá del recuerdo de habértelos leído.

No comments: