Monday, May 07, 2007

Un fantasma en la biblioteca


En la película Seven, Morgan Freeman le dice a Bratt Pitt que la policía guarda el registro de los libros que la gente saca de la biblioteca; gracias a eso, consiguen identificar a quien estaba leyendo la Divina Comedia y saben quien es el asesino. Desde que lo oí, me preocupan los libros que saco de la biblioteca. Por ejemplo, no hace tanto, saqué Carol, de Patricia Highsmith. Lo hice por el morbo. Pero entonces vi que no tenía morbo (de hecho, era muy aburrido), y no lo acabé de leer. Pero yo ya lo había sacado. Si en nuestro país en vez de casar a los homosexuales los persiguieran, ya estaría fichada como a persona con simpatía hacia los homosexuales. Otro ejemplo: Homenaje a Cataluña, de George Orwell. Jamás lo he visto en la biblioteca, ¿pero quien me dice que si lo encontrara y lo sacase, no me pondrían en la lista negra como a persona con simpatías anarquistas? O, pongamos por caso, en mi biblioteca tienen los libros sagrados de todas las religiones. ¿Qué pasaría si me diese por sacar el libro sagrado de cierta religión hoy en día tan polémica? ¿Pensaría la policía que quiero fundar una célula? En fin. Que, por suerte, no creo que nadie controle nada, y cualquier libro de los mencionados podría comprarlo mucho más fácilmente en cualquier librería: nadie sabría que lo tengo yo y el resultado sería el mismo; por tanto, me parece que controlar los libros que la gente saca de la biblioteca es algo absurdo. Pero la paranoia ya ha echado raíces en aquel lugar oscuro de mi mente donde se atelarañan los fantasmas, y me lo pienso mucho antes de sacar nada...

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