Tuesday, November 14, 2006

Aquello que ve aquel que ama


Tristán e Isolda. Tristán, Berol. IV. En el bosque de Morrois. La vida en el bosque es dura para los amantes, pero tienen un criado. El Rey Marco los encuentra. (Ahora sabemos que tiene orejas de caballo, y que los caballos son animales nobles; además, supongo que esto de tener orejas de caballo es una metáfora de su bondad). Como están vestidos, no se tocan y la espada de Tristán reposa entre sus cuerpos dormidos, el Rey piensa que no ha pasado nada entre ellos, que no son amantes, y no los mata. (El Rey no ve en el hecho de que duerman juntos sin tocarse una prueba del hecho evidente de que se aman) No sé qué me parece más increíble: que piense que no ha pasado nada entre ellos o que los deje vivos. ¿Es un ingenuo, o ve lo que quiere ver? Pero en el fondo, eso es muy humano y muy creíble. ¿Donde queda toda su sed de venganza? El mismo Rey Marco que dio a Iseo a los leprosos, quizá ya lo hizo consciente de que Tristán se había escapado y no iba a permitirlo. Y no manda seguir al perro, que a buen seguro los habría llevado, a él y a su corte, hasta ellos. En el fondo, el Rey Marco no los odia tanto como ellos piensan. Me parece que en realidad los quiere mucho, aunque él jamás lo reconocería, y es por eso que permite que continúen vivos y que se engaña respecto al relación que tienen. ( Entiendo que en la introducción se dijese que el Rey Marco era un personaje complejo.)

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