Una de las cosas que más me impresiona de estas "Memorias de Ultratumba", aparte de cómo están escritas, son las circumstancias en que fueron concebidas.
En los últimos años de su vida Chateaubriand no nadaba en la abundancia, precisamente, y no se le ocurró otra cosa que vender el derecho de publicar sus memorias (que aún no había escrito) a un grupo de accionistas.
La jugada le salió redonda, y a pesar de que muchas veces deseó no haberlo hecho, poder conservar sus páginas, incluso destruirlas, vivió cómodamente los últimos años de su vida gracias a eso. Las acciones, que en un primer momento habían sido puestas en manos de amigos, fueron cambiando de propietario hasta llegar a pertenecer a perfectos estraños que sólo deseaban que muriese para rendibilizar la inversión.
Lo que me impresiona de esta historia es que Chateaubriand hipotecó algo que no existía, que aun tenía que crear, y que nadie sabía como sería. Él ya había demostrado ser un buen escritor, era una celebridad (sino nunca le habrían dado el dinero por adelantado, me parece), pero de hecho, nadie podía saber que estaba creando una de las obras más importantes de la literatura.
No sé si los accionistas hicieron un buen negocio, una vez él hubo muerto, con su obra. En ninguna parte habla de eso. No parece muy comercial, y muchas veces ha sido tachada de incomprensible por su francés arcaizante.
Pero el caso es que, para mi, Chateaubriand marcó dos goles: uno a los accionistas, y el otro, mucho más difícil, a la posteridad.
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