Wednesday, May 09, 2007

El interrogante


Me llega un meme. Se trata de explicar alguna anécdota personal que hayamos vivido con algún escritor. Bien, yo, de escritores "de verdad", he conocido más bien pocos. Se pueden contar con los dedos de una mano. Una vez asistí a unas clases de escritura creativa que daba Mercè Company. La recuerdo principalmente porqué puso un interrogante al lado de un párrafo que yo había escrito. ¡Un interrogante! Lo que más que reventó no fue el interrogante en si, sino el hecho de que estaba justificado: yo había querido escribir una cosa y había acabado escribiendo otra: al final la frase no había quedado bien equilibrada. En aquella misma aula, cogí entre mis manos una hoja de papel en blanco como si hubiese sido la tierra roja de Tara y me prometí a mi misma poniendo a Dios por testigo que nunca más volvería nadie a poner un interrogante al lado de un párrafo mío. Y hasta ahora.

3 comments:

Laura Cambra said...

Querida Clara (Esther): voy a contestarte, en este del medio, los tres últimos posts.
Acerca de "Paciencia", virtud difícil de cultivar, debo decirte que no importa cuánto tardes entre publicación y publicación y tampoco es relevante cuántos posts decidas poner en cada salida, yo voy a volver para leerlos. No sólo me interesan porque tus impresiones acerca de los textos son valiosas y a la vez de una enorme frescura, sino que me proveen un recorrido de lecturas muy diferente al que suelo seguir.
En cuanto a "El interrogante", te comprendo muy bien. Creo que la lección más difícil que tuve que afrontar en los talleres literarios fue la de aceptar que lo que había querido decir no estaba reflejado en las palabras escritas. ¡Me costó años y aún hoy, siendo mi propia maestra, me cuesta!
Para finalizar, "Vendré de noche" me parece un texto salvajemente bello y no puedo hacer otra cosa que felicitarte.
Cariños,
Laura

Anonymous said...

No puedo más que darte las gracias, Laura.

Esther

SBM said...

Qué divertida esa imagen, te imagino (aunque no sé qué cara ponerte) en lo alto de una colina, en el fondo, un cielo con nubes rosadas. Y tú con el puño y la cabeza señalando al cielo y gritando amargamente: pongo a Dios por testigo...
Memorable.