Friday, April 13, 2007

Fuego de Sant Jordi


Nos veíamos cada día en la biblioteca. Yo me sentaba en el pupitre 27, él en el 56, justo ante mi, tres sillas más a la izquierda. Siempre nos sentábamos en el mismo lugar. A partir del primer día de la primera semana, empecé a observarlo. Absorto, leía. El segundo día de la segunda semana me di cuenta que siempre leía el mismo libro. El tercer día de la tercera semana pude fijarme en que se trataba de un librito muy corto y muy viejo. El cuarto día de la cuarta semana me di cuenta que aquel libro no pertenecía a la biblioteca. El quinto día de la quinta semana el chico no estaba. Me di cuenta antes de sentarme. Seguidamente lo vi sobre mi mesa: el libro, aquel libro tan corto y tan viejo que no pertenecía a la biblioteca; a lado del libro había una rosa roja de talle verde. Los estreché entre mis manos. El libro eran los Sonetos, de Garcilaso de la Vega.

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