Sunday, January 28, 2007

Amistad, amor y muerte


Memorias de Ultratumba. Chateaubriand. Libro Decimoquinto. En este libro Chateaubriand nos habla de los últimos días de vida y de la muerte de una amiga suya a quien quería como a algo más: Madame de Beaumont; son muy bonitas algunas de las palabras que le dedica. También nos habla de la decisión que tomó de escribir sus memorias y del nuevo cargo que Napoleón creó para él. La verdad es que salta de una cosa a otra y me cuesta hacerme una idea del conjunto, pero algunos trozos tienen verdadera belleza.
En una carta que le envía Madame de Staël (la famosa Madame de Staël, famosa por sus cartas), se habla de que a Humboldt le gustaba la obra de Chateaubriand. Es curioso oír nombrar a Humboldt aquí. El mundo es un pañuelo, también en los libros.

"El misterio del estilo, misterio perceptible en todas partes, presente en ninguna."

"Una idea deplorable me trastornó: me di cuenta de que madame de Beaumont no había adivinado sino estando a punto de exhalar el último suspiro el verdadero cariño que yo le profesaba: ella no dejaba de dar muestras de sorpresa y parecía morir desesperada y arrobada. Había creído que me resultaba una carga, y había deseado abandonar este mundo para que yo pudiera desembarazarme de ella."

"Te amaré siempre –dice el epitafio griego-; pero tú, entre los muertos, no bebas, te lo ruego, de esa copa que te hará olvidar a tus antiguos amigos."

"Puede estar tranquilo; no serán unas confesiones incómodas para mis amigos: si en el futuro llego a ser alguien, la imagen que dé en ellas de mis amigos será tan hermosa como respetable. Tampoco hablaré a la posteridad en detalle de mis debilidades; sólo diré de mí lo que conviene a mi dignidad de hombre y, me atrevo a decir, a la elevación de mi corazón. No hay que presentar al mundo más que lo que es bello, no es mentir a Dios no descubrir de la propia vida sino lo que pueda mover a nuestros semejantes a sentimientos nobles y generosos. No porque tenga, en el fondo, nada que ocultar; ni he echado a una sirvienta por una cinta robada, ni dejado tirado a un amigo mío moribundo en la calle, ni deshonrado a la mujer que me acogió, ni llevado a mis bastados a la inclusa, pero aun así he tenido mis flaquezas, mis descorazonamientos; un lamento sobre mí bastará para hacer comprender al mundo estas miserias comunes, hechas para ser dejadas tras un velo. ¿Qué ganaría la sociedad con la reproducción de estas plagas que se encuentran por doquier? No faltan ejemplos cuando se quiere salir triunfante sobre la pobre naturaleza humana."

"Si la fama es poca cosa cuando se refiere sólo a nosotros, es preciso convenir no obstante que es un hermoso privilegio, unido a la amistad del genio, dar una existencia imperecedera a todo cuanto uno ha amado."

"¿No se preciaba mi tristeza, en esos lejanos días, de que el lazo que acababa de romperse sería mi último lazo? Y, sin embargo, ¡qué rápido, aunque no olvidado, sí que he sustituido lo que me fue querido! Así va el hombre, de flaqueza en flaqueza.
(...) La indigencia de nuestra naturaleza es tan grande que en nuestras debilidades pasajeras, para expresar nuestros afectos recientes, no podemos emplear sino palabras ya usadas por nosotros mismos en nuestras pasadas relaciones. Sin embargo, hay palabras que no deberían servir más que una vez: repitiéndolas se las profana."


Memorias de Ultratumba. Chateaubriand. Libro Decimoquinto.

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