Saturday, December 23, 2006

Muerte de amor


No hace demasiado, mi librero me decía que él no concebía estos amores que te absorben, que no comprendía a esta gente que se enamora tan apasionadamente que enferma de amor y ya no ve nada más. Él, que ya tiene una cierta edad, y no es soltero, no lo ha experimentado nunca. Primero pensé que mi librero era una persona muy ecuánime, muy equilibrada, muy con los pies en el suelo. Y le envidié. Pero entonces leo Tristany e Isolda, y sé que no son sólo literatura, que hay amores que son así, que todos los amores de verdad son así, apasionados, y que, en cierto modo, todos los enamorados son una poco Tristán e Isolda, o que deberían serlo, y pensé que era muy triste que mi librero no hubiese sentido nunca en sus propias carnes que se puede morir por amor, que uno puede enloquecer por amor, que a veces una persona es tan importante para otra que esta no ve nada más, no quiere nada más, no sonríe con nada más; también es triste no haber vivido jamás un amor como este y no poder hacerse cargo de ello. Aunque sea un amor desgraciado.

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